Retrato

Vine al mundo un mes de junio como no a “La Milagrosa” como el sexto de una de ocho, la familia numerosa. Una infancia primorosa que colmaba mi destino, me llevó como una losa a militar como agustino; que veneno sibilinio, que violencia generosa, yo que hacia los deberes hora en verso, hora en prosa; cuanto aceite de ricino, cuanto ruido de baldosa, la reválida de sexto, los garbanzos en la sopa. Yo que hacía baloncesto, que me dieron una copa, que soñaba con Bonanza, con viajar a Minesotta. Como andaba siempre en danza no sacaba buena nota.
Del rosario y la ordenanza acabé hasta la picota, castigado en la buhardilla, que paciencia por favores, que dolores de rodilla ( sanwiches de los mejores). Entre tanta cortinilla de ambrosías con amores y placeres a porfía con riojas y riberas, me incline mas por las peras que por flores a María, mas de nuevo fui a cagarla poco mas allá de Parla y me aliste de voluntario al ejercito del aire, doce meses tributario desfilando con donaire; a la orden mi sargento nunca quise ser soldado, no me agrada este fregado, no me place el argumento; mi guitarra es de momento la escopeta que he empuñado, mi maleta de canciones es mi único armamento. Por bandera mi ventura sin asiento en este viaje, los recuerdos mi equipaje, tanto amor todo locura. Y allá voy sin darme cuenta como un loco por fortuna, he cumplido los cincuenta dando gracias a la luna. Fiel al tiempo y a la historia se despacha la memoria entre pétalos amargos y laureles con euforia. A la sombra de una herida, ea, paz y después gloria, que mas vueltas da la vida que un burrito en una noria.