Mendóza

De Córdoba nos despedimos muy de madrugada camino de Mendoza en un vuelo de Austral con sus correspondientes demoras y turbulencias a la carta. La imponente cordillera, sorprende por el oeste al nómada viajero y visitante al llegar de nuevo a

este próspero valle tupido de ricos viñedos. Mendoza es una ciudad alegre, así me lo parece. Sus calles anchas y enormes plazas, generosamente engalanadas de árboles, le otorgan un aspecto muy agradable, como de ciudad abierta que invita a pasear y apacigua el espiritu. Nos vamos con todos los trastos, después de brindar con un buen Malbec, dejamos atrás, sonrisas y tiernos abrazos furtivos, pequeños besos robados y una fina lluvia que ameniza este tiempo.