Deliberadamente Dafne

Deliberadamente Dafne, verde laurel adormecida. Te desvaneces por un laberinto infinito de ecuaciones posibles, franqueando la impávida estepa castellana, indolente a la deriva de tu insondable hemisferio, prudente y distante como la luna en guardia. Imponente allá en la loma del mundo, la villa fortificada de Urueña, preludio de nómadas ilustrados, te saluda al paso de tu viaje primerizo hacia Santiago. Desgarradas nubes peregrinas veneran tu sueño imperativo, musa y hechicera acreditada, tibia sirena iluminada de hermosos cabellos dorados; agazapada bajo la espuma golosa de una ola voraz ilimitada. Evanescerse en tus labios para un aprendiz de Apolo, sería por fin y al cabo, el triunfo de la razón.