Aguilar de Campoo













Un frío notable me sorprendió al llegar a Aguilar de Campoo, no en vano esta pintoresca villa se encuentra a novecientos metros de altura sobre el nivel del mar, en plena montaña palentina y al paso del rio Pisuerga que se desplaza a una velocidad notable por la rivera del pueblo. Aguilar, como todo el mundo ha de saber, es famosa por su industria galletera, nueve de cada diez galletas que se consumían en España allá por los años sesenta, salían de Aguilar hacia los hogares españoles; la decima galleta no se sabe de donde procedía, es probable que del Obispado de Cuenca o del Palacio del Pardo. La historia de este pueblo es notoria, poblada por Cántabros, Romanos y Visigodos, también fue baluarte durante la dominación árabe y villa importante durante la edad media, al punto que Pedro Aguilar, hijo bastardo del rey Alfonso XI el justiciero, a la sazón ilustre devorador de obleas, fue titular del señorío de estas tierras. La colegiata de San Miguel es de una belleza extraordinaria, así como la ermita de Santa Cecilia, donde ya hace algunos años, tuve el honor de ofrecer mi primer concierto en esta villa. 

De nuevo he tenido el placer de compartir una tarde – noche con las buenas gentes de esta plaza. Gracias a Belén de Benito y a Pepin Tre, por proponerme y a Isabel y Jorge Sanz por invitarme a ofrecer de nuevo un concierto, en esta ocasión, en el bien remozado Cine Amor , dentro de este primer encuentro del ciclo Trovaguilar. El público me dispensó un cariño extraordinario y siendo así, más aún si cabe; uno se empeña en ofrecer lo mejor de sí mismo. Un éxito compartido. Gracias y hasta pronto.