Cantabria

Este mediodía, la playa de Valdearenas era un derroche de belleza sin paliativos.  El mar, de un solemne azul verdoso, mostraba imponente toda su majestuosidad. Un  frenético tropel de olas, arrebataba la orilla sin tregua, dejando sobre la refinada arena rosada;  abanicos de espuma. Cantabria me tiene embriagado, venir a este privilegiado rincón del norte,  es un placer impagable. Sentado en una piedra junto a mis queridos sobrinos, Ana, Lucia y Eduardo, contemplaba este sublime regalo de la naturaleza, y al tiempo que una brisa generosa me colmaba los pulmones,  por un instante,  con la mirada puesta en el horizonte, de mis labios; he pronunciado tu nombre.