Pura Vida


Me dijeron que en Managua hacía mucho calor, pero esta ciudad, es un horno con un coloso termostato al amparo de un sol despiadado. La mínima brizna de aire templado que te acaricie la espalda, es un derroche de placer. Conviven la evidente opulencia y la pobreza de solemnidad, el neo liberalismo salvaje y la venta ambulante, se mimetizan los despojos por las veredas y las calles y las aceras aún reflejan debastadores episodios recientes de terremotos y guerras fratricidas. Las revoluciones se agostan en los cuarteles. Doy fe sin embargo, de que este país reserva una belleza exuberante y sus gentes tienen en la mirada, la luz que ilumina la razón. Dios todo poderoso y eterno, si acaso también contemplas el hermoso azul celeste estrellado de Nicaragua, no le pidas tanto a los pobres, porque aquí, como en tantos otros mundos posibles, la injusticia, la esperanza y la alegría conviven, pero claman al cielo.