Extasis I

Sentado en una piedra tapizada me dejo persuadir por el éxtasis eterno y fecundo instante de la vida regalada, la mas grande de todas las proezas. Exhausto me evaporo e imploro a la memoria y la conciencia. Cencerros centenarios ocupan el espacio al libre albedrío. Constato lo litúrgico y solemne del momento evitando sin esfuerzo el aviso impertinente del deber impuesto. Encuentro en este lapsus el bienestar de la ausencia de uno mismo que aviva en el alma siniestros caminos de natural armonía. No somos nuestros. El cuerpo derrotado revisa sus funciones, la mente se aventura en otra dimensión desconocida en busca del calor primario de la vida y regreso en un zarpazo, al embarazo placentario claroscuro y primerizo de todos los tiempos. La penumbra se aproxima veloz por aquel cerro. Esquivo nuevamente la llamada impertinente que rompe el trance. La noche se adueña del mundo en un momento. Regreso al polo neutro. Amo la vida a cualquier precio.