Entre dos poemas

Entre dos poemas sin solución, encontré de aquélla rosa de carmín apagado, el pétalo frágil de un encuentro fugaz, en el vértice de un tiempo violento condenado al olvido. Los libros son árboles vencidos, de un bosque perdido en fabulas y leyendas. Te robaron la infancia, mi niña de mirada triste, cuando asaltaron tu inocencia, una mañana soleada de domingo. Se desmorona el alma como un hojaldre de lágrimas y guardan las estrellas un silencio atronador. Una rosa tatuada en la piel, abatida sin rumbo, sola en la madrugada; tus ojos destellan un fulgor azabache, en el universo ardiente y festivo de una noche rebelde. Repican campanas en tu vientre, por mares de hastío y tu a la deriva. Te robaron la infancia, mi niña de mirada triste, cuando asaltaron tu inocencia, una mañana soleada de domingo. Se desmorona el alma como un hojaldre de lágrimas y guardan las estrellas un silencio atronador.